lunes, 12 de agosto de 2013


 Con la danza y su movimiento la energía fluirá relajando los bloqueos del cuerpo, la cabeza y el corazón. Porque igual que la rigidez es el principio de la muerte, el movimiento es el principio de la vida. Todos los cuerpos se alimentan de energía de diferentes maneras. La bailarina se alimenta de la energía del Sol especialmente a través de los dedos de las manos y de la gravedad de la Tierra a través de los pies descalzos. La energía solar cambia los elementos constitutivos de la sangre de las células y por el hecho de mantener nuestra verticalidad las mujeres nos beneficiamos de los cambios que se producen en la circulación de la sangre, en el sistema linfático y hormonal y en el metabolismo entero, pudiéndose regular el ciclo menstrual, desapareciendo el posible dolor, deshincharse el cuerpo de líquido, perder grasa, etc. Todos los movimientos amplios estimulan el sistema nervioso-emocional de modo que se altera el estado de conciencia habitual, se desecha la pereza, la expresión de cansancio del cuerpo y el aburrimiento. Con la práctica continua se retrasa la desestructuración física y química del cuerpo, es por eso que se retrasa el envejecimiento, y los síntomas de la menopausia disminuyen y los de la adolescencia se equilibran. En el momento de la danza la mujer no tiene edad y se siente más plena.

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